Reflexiones de un “simple” resbalón: aprendizaje y gestión del riesgo en los accidentes

accidente

09/09/2024. Escrito por Jesús Ariza, Técnico de PRL y colaborador del Blog PRLInnovación. | ¿Eres asociado y quieres compartir tus reflexiones en Seguridad y Salud? Escríbenos sin compromiso y ¡fomenta la #CulturaPreventiva!

Paseando por las calles del pequeño pueblo pirenaico de Eriste miro en retrospectiva a un grupo de chavales, aprendices de montañeros, que hace muchos años se disponían a comenzar el camino que les llevará a la ascensión de una de las cimas típicas de la zona, El Posets. Me pregunto que me responderían si les contase que la expedición que están a punto de comenzar va a rozar el desastre en un momento determinado. Me pregunto si serían capaces de recapacitar, pensar fríamente en su preparación, hasta el punto de darse la vuelta y cancelar lo planificado con (supuestamente) tanto esfuerzo.

Es probable que su respuesta fuese de asombro, como mucho de un leve agradecimiento por los consejos de prudencia, y que continuaran de largo su camino hacia el refugio Ángel Orús. Podría abordarles nuevamente en la cima unos días después. “¡Chavales!, ya habéis hecho cima, cuidado que esto no se parece a lo que estáis acostumbrados a ver en vuestra Sierra de Guadarrama“. Dentro de lo malo, desandar el camino ya conocido hasta el refugio, aunque haya sido por primera vez, no parece peor opción que continuar el descenso por un camino hasta ahora desconocido. Si no me hacen caso en ese momento, ya no habrá vuelta atrás.

Sin embargo, decidieron continuar y en algún lugar camino del refugio de Estós o de los lagos de Batisielles, un pequeño, mínimo resbalón, haría que uno de los jóvenes comenzara a rodar por un canchal.

Dos o tres vueltas de campana, no más, ni menos, porque igual que se fue a parar podría haber seguido rodando ladera abajo.

Pero suficiente para dejar helados al resto de miembros de la expedición y recordarles lo que ya sabían: se habían metido en un pequeño lío en un terreno, la montaña, en el que hasta el menor de los errores se puede pagar muy caro.

Desvío en la ruta de El Posets (Pirineos). Fotografía de Jesús Ariza.

La “prefiguración” y la búsqueda de respuestas

Este recurso literario que hemos comenzado a utilizar se conoce como prefiguración. Se lo leía a Salman Rushdie este mismo verano en su novela Cuchillo, escrita tras el intento de asesinato que sufrió en agosto de 2022 mientras impartía una conferencia. Se trata de una reflexión sobre la visión de si mismo como personaje de una historia que ya no puede cambiar. Una historia que suele acabar, en un diálogo hacia uno mismo, con la misma pregunta: ¿por qué?

Imagino que para todos aquellos que hayan sido víctimas de algún fanático es una pregunta dura como pocas, ¿por qué no luché? ¿por qué no hui?, se preguntaba Rushdie, con sus más de 70 años en aquel momento. ¿Por qué no dejé pasar aquel tren? ¿Por qué no cambié mi trayecto habitual? Quizás, ¿por qué me posicioné en público?, se habrán preguntado otros.

También aquellos que hayan sufrido alguna vez algún accidente grave se habrán hecho la misma pregunta, ¿por qué subí a aquel vagón? ¿por qué no paré antes si me estaba entrando sueño? ¿por qué no volví a revisar el…? La lista de “por-qués” debe ser infinita en una especie animal que no sólo está obligada a elegir sino que es consciente de esas decisiones y ve a posteriori sus consecuencias.

Todo esto se me venía a la mente tras leer el libro Gestión del Riesgo, de Alberto Ayora, y recoger el guante lanzado en su libro para reflexionar sobre los accidentes propios como un pilar básico para mejorar nuestras propias conductas y las de nuestro entorno más allá de discursos teóricos.

En un “por-qué” mucho más nimio que los citados yo también podría preguntarle a ese grupo de chavales con los que nos cruzábamos al principio, a mí mismo en concreto. De hecho, salí rodando por la ladera de esta cima pirenaica a 2.000, 2.500, quizás 3.000 m de altitud, y de pura casualidad puedo contarlo más de veinte años después y verlo como una simple anécdota de juventud. Gajes del oficio del que practica deportes en la naturaleza, supongo.

¿Por qué no pusiste los cinco sentidos y todo tu equilibrio para no sufrir aquel resbalón?

Puede que aquél joven y antiguo yo respondiera, encogiéndose de hombros:

“No lo sé, supongo que todos bajábamos un poco asustados, conscientes de que ese camino, por llamarlo de alguna manera si no lo habíamos perdido ya, no era ningún juego. Ya se veía desde la misma cresta que no era un terreno familiar, que no llevábamos crampones ni piolet para cruzar neveros con una buena pendiente, lo que nos hacía rodearlos por los canchales. Y ya no hablemos de cuerdas y cascos. Y que, si los hubiésemos llevado, casi hubiese sido peor porque para la mayoría de nosotros habría sido la primera vez en utilizarlos. Pero el resbalón en si, quién sabe, quizás sólo fuese el aleteo de una mariposa en algún otro lugar del mundo…”.

Espera un momento, no vayas tan rápido. Eres demasiado joven, pero sobre todo incompetentemente inconsciente” (1), para poder hablar de aleteos de mariposas. En ese momento de tu vida, tus conocimientos de montaña venían exclusivamente de forma autodidacta, de lo que habías aprendido en excursiones por la Sierra de Guadarrama, quizás ya alguna escapada a Gredos con material prestado. Y lo que es peor, pensando que esa era la única forma de aprendizaje.

El camino del aprendizaje consciente

Pasarán más de veinte años hasta que esa incompetencia se convierta en consiente y realices un primer curso con la Federación Madrileña de Montaña. Cierto es que en ese periodo, salvo quizás aquella ascensión por el valle de Pineta camino de Monte Perdido en la que tu propia forma física te mantuvo alejado de meterte en algún otro lío, no has vuelto a realizar ninguna actividad parecida. Puede que por el recuerdo de aquel resbalón o simplemente fruto de los caminos que vamos eligiendo en la vida. Es difícil de concretar el motivo.

Años después, nuestro joven convertido en profesional de la prevención sí que podrá comentar que, incluso en situaciones de Competencia Consciente puede haber momentos en los que los procesos resultan tan habituales, y tan mecánicos, que se convierten en inconscientes, Competencia Inconsciente, momento en el que, como recordaba Alberto Ayora, “sentimos, pensamos, queremos y obramos sin conocimiento de lo que hacemos”.

Equipos de rescate en el Monte Hood. Fotografía de EncMstr.

Y cuando llegues a ese nivel, sí que podrás hablar con cierto conocimiento de aleteos de mariposas y teorías de la complejidad. Como en aquel otro accidente de montaña que años después utilizaste de ejemplo en el Framily de 2019.

Durante ese Framily podrás comparar el sistema formado por un grupo de (aprendices de) montañeros bajando una ladera sin encordar (que forman un sistema ligeramente acoplado), con aquella otra instantánea de aquel otro accidente ocurrido en mayo de 2002 en el Monte Hood (2), en Estados Unidos, muy lejos de Pirineos, con otro grupo de (aprendices de) montañeros.

Aquella vez iban encordados y fuertemente acoplados, y mientras recibían una formación se vieron arrastrados por el resultado de un resbalón sucedido unos metros más arriba, en otra cordada diferente situada en su misma vertical. Esta vez de un montañero experimentado, pero que formaba parte de un sistema fuertemente acoplado, por lo que:

un pequeño desliz, en una parte del sistema, vio multiplicados sus efectos en el resto de los integrantes, fuesen o no conscientes de que formaban parte de él.

La construcción de una nueva “tienda de campaña”

“Claro, para ti es fácil analizar el accidente en retrospectiva”, nos podría replicar el joven. “Con toda la información sobre la mesa, viendo la situación a vista de pájaro, como si pudieses salirte de ti mismo para presenciar una escena concreta de una película cuyo desenlace ya te han anticipado… Pero ya sabes que la vida no funciona así, nadie quiere tener un accidente, ni piensa que le va a tocar a él.

Yo ya tengo bastante con estar aquí sentado en la ladera del Posets, consciente tanto de que me he parado, como de que podía estar rodando todavía hasta el fondo del circo. Y no necesito verme, me basta con ver las caras de mis amigos, no recuerdo bien, quizás Iván, Víctor, Alberto, Gustavo, o quizás todos ellos, Pálidos de lo que podría haber supuesto aquello”.

Tranquilo, no es una crítica, pero sí es:

una reflexión necesaria para mejorar la “tienda de campaña de tu seguridad” (3).

“Perdona, me he perdido, ¿qué es eso de la tienda de campaña?”

No te preocupes, lo conocerás dentro de unos años cuando leas el libro de Alberto. Se trata de un modelo que utiliza para mostrar cómo combinar los elementos de seguridad y que os habría venido bien conocer durante la preparación de vuestra excursión. Es evidente que vuestra tienda de campaña no era la adecuada.

“Está bien, me quedo con la idea. Pasado el susto, tenemos que seguir bajando hacia los lagos de Batisielles, quizás desviarnos para ver la cabaña del Tormo, y continuar bajando tranquilamente por el valle de Estós. Si no me has comentado nada más, es porque sabes que en el resto del camino ya no volverá a ocurrir ningún incidente”.

Así es, podéis seguir tranquilos, no recuerdo que ocurriese nada relevante. Pero años después, en el trabajo…

“Espera. No sigas. La vida es incertidumbre y no necesito saber más. Ahora soy yo el que desde mi inexperta juventud, y algo magullado, te tengo que recordar que la vida está para vivirla, con prudencia pero sin miedo, y ese camino, el de la incertidumbre, es el que te toca recorrer a ti.

Así que, ¡ánimo y Buen Camino!

REFERENCIAS

(1) Fases del proceso de aprendizaje basado en la experiencia según Alberto Ayora en Gestión del Riesgo:

    1. Incompetencia inconsciente: no sabemos que no sabemos (no poseemos ni conocimiento, ni habilidades, ni actitudes; ni nos importa) por lo que no podemos conocer las aptitudes que nos faltan
    2. Incompetencia consciente: soy consciente de que mi nivel es bajo y decido realizar un curso.
    3. Competencia consciente: ya hemos adquirido nuevas habilidades, los primeros años de experiencia. Al principio se presta más atención y ésta va disminuyendo paulatinamente de forma que los procesos se van ejecutando de forma inconsciente.
    4. Competencia inconsciente“sentimos, pensamos, queremos y obramos… sin conocimiento de lo que hacemos”.

(2) El Monte Hood está situado en Estados Unidos y es conocido por ser una “montaña para principiantes” en las que se han sucedido tantos accidentes que tiene su propio espacio en Wikipedia. El citado en este trabajo ocurrió concretamente en mayo de 2002, falleciendo tres alpinistas y resultando heridos de gravedad otros cuatro que cayeron en una conocida grieta y fue analizado por mí con el método de análisis sistémico FRAM durante el Framily 2019.

(3) Analogía sobre el proceso de formación comparándolo con los elementos de una tienda de campaña, según Alberto Ayora en Gestión del Riesgo: 1) Parte interior: Formación. 2) Doble techo: Experiencia. 3) Mástil: Motivación. 4) Piquetas: Emociones. 5) Vientos: Atención.

Sobre el autor

Jesús Ariza es Licenciado en Ciencias Ambientales y Técnico Superior en PRL. Con amplia experiencia en diferentes sectores de Seguridad y Salud en el trabajo y Medio Ambiente, participa también en iniciativas para desarrollar y divulgar nuevas visiones y herramientas como Safety II, FRAM….

* Las opiniones vertidas por el autor son estrictamente personales y no deben interpretarse como puntos de vista oficiales de Mobilty Ado ni de PRLInnovación.

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